Arrechera, impotencia cólera o que se yo, es tan solo un nudo que tengo en la garganta, quisiera llora, pero no puedo, hace mucho tiempo que no brota de mi una lagrima, seguramente la vida se encarga de esa coraza, que a veces deshumaniza al hombre, como dice julio Cortazar, “Quisiera poder hacerle el amor a las palabras, y decir puras cosas bonitas”, pero, me brota la arrechera, impotencia o cólera y no puedo.
Que vaina mataron a Pedro José Linares, los mismos verdugos de siempre. Tal vez, el culpable de toda esta tragedia fue el amor, los sueños por una patria nueva y bonita, alguien dijo “... que se puede matar al hombre pero no a sus ideas...” suena muy bonito, pero mi arrechera sigue intacta, como se desconsuelan tu familia José, que vaina Dalila, ahora tienes que meterle aun más, el pecho a la vida.
Sabes Pedro, fue el amor el que nos fue enloqueciendo a todos. Ni tú ni yo podíamos controlar esa sensación. Se convierte en una pasión abrasadora, yo te entiendo, ¿De verdad? El verdugo te apunto a ti no a mí. La arrechera va creciendo vertiginosamente, es fascinante sentir esas náuseas, ese brinco en el estómago que no te deja dormir.
El pueblo en un mismo pensar lo comenzó a observar, a sentir y se arriesgó ante y después. Parecía no importar que la lluvia de balas desmembrara nuestros oídos. Claro Íbamos dispuesto a todo lo que fuera, pero la arechera es la misma, nunca se termina.
Entonces comenzó el insomnio a darme ideas,... que cerca esta la muerte, cuanto adoramos a nuestros hijos, de verdad que amamos a nuestra patria.... Paso horas pensando en los Pedros José que cayeron, y como desaparecieron como las gotas de la lluvia, se los llevo el río de sangre, y se ocultaron.
Rescatamos el hilo constitucional, no hubo golpe de estado, que arrechera, los perros estaban preñados de buena voluntad, todos fuimos felices nuevamente.
Acaso será que había olvidado lo que era la felicidad. Más todos, es decir, ellos (los lacayos de adentro y de afuera) lograron unir su felicidad a la desaparición tuya. Sabes camarada, amigo, hermano, tu muerte era ideal. Saldrían de Pedro y de la derecha, porque los dos ponen en riego a la nueva casta. (Claro por razones distintas)
Los enemigos del pueblo, mostraron sus rostros,..Si hubiese durado tan solo veinticuatro horas más... a cuantos de ellos que dicen acompañarnos no les dio tiempo de quitarse sus caretas.
El método nunca importa, es decir, que les podía importar, eran los mismos descamisados de siempre los que estaban al frente. Lo último que recuerdo es el ruido...de la maldita lluvia de balas. Y como se apagaban tus ojos desorbitados, que horrible es el aliento de la muerte, hermano.
La arrechera nuevamente comenzó a devastar mi ser, de tal manera que un silencio hiriente me hizo perder la razón. Y ahora me preguntan, ¿quién realmente mató a Pedro José Linares? No lo sé.
*** Con mucho amor a Dalila y sus hijos, viuda de Pedro José Linares. Abatido por la canalla asesina, en la masacre de Puente Llaguno el 11 de abril de 2002.
Que vaina mataron a Pedro José Linares, los mismos verdugos de siempre. Tal vez, el culpable de toda esta tragedia fue el amor, los sueños por una patria nueva y bonita, alguien dijo “... que se puede matar al hombre pero no a sus ideas...” suena muy bonito, pero mi arrechera sigue intacta, como se desconsuelan tu familia José, que vaina Dalila, ahora tienes que meterle aun más, el pecho a la vida.
Sabes Pedro, fue el amor el que nos fue enloqueciendo a todos. Ni tú ni yo podíamos controlar esa sensación. Se convierte en una pasión abrasadora, yo te entiendo, ¿De verdad? El verdugo te apunto a ti no a mí. La arrechera va creciendo vertiginosamente, es fascinante sentir esas náuseas, ese brinco en el estómago que no te deja dormir.
El pueblo en un mismo pensar lo comenzó a observar, a sentir y se arriesgó ante y después. Parecía no importar que la lluvia de balas desmembrara nuestros oídos. Claro Íbamos dispuesto a todo lo que fuera, pero la arechera es la misma, nunca se termina.
Entonces comenzó el insomnio a darme ideas,... que cerca esta la muerte, cuanto adoramos a nuestros hijos, de verdad que amamos a nuestra patria.... Paso horas pensando en los Pedros José que cayeron, y como desaparecieron como las gotas de la lluvia, se los llevo el río de sangre, y se ocultaron.
Rescatamos el hilo constitucional, no hubo golpe de estado, que arrechera, los perros estaban preñados de buena voluntad, todos fuimos felices nuevamente.
Acaso será que había olvidado lo que era la felicidad. Más todos, es decir, ellos (los lacayos de adentro y de afuera) lograron unir su felicidad a la desaparición tuya. Sabes camarada, amigo, hermano, tu muerte era ideal. Saldrían de Pedro y de la derecha, porque los dos ponen en riego a la nueva casta. (Claro por razones distintas)
Los enemigos del pueblo, mostraron sus rostros,..Si hubiese durado tan solo veinticuatro horas más... a cuantos de ellos que dicen acompañarnos no les dio tiempo de quitarse sus caretas.
El método nunca importa, es decir, que les podía importar, eran los mismos descamisados de siempre los que estaban al frente. Lo último que recuerdo es el ruido...de la maldita lluvia de balas. Y como se apagaban tus ojos desorbitados, que horrible es el aliento de la muerte, hermano.
La arrechera nuevamente comenzó a devastar mi ser, de tal manera que un silencio hiriente me hizo perder la razón. Y ahora me preguntan, ¿quién realmente mató a Pedro José Linares? No lo sé.
*** Con mucho amor a Dalila y sus hijos, viuda de Pedro José Linares. Abatido por la canalla asesina, en la masacre de Puente Llaguno el 11 de abril de 2002.
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